En este tercer post me centraré en los aspectos de la evolución de la ciudad de Benidorm.
Con la caída del castillo, los habitantes de Benidorm decidieron construir sus casas a los pies de la roca que controlaba los dos flancos, de levante y poniente.
Benidorm tiene como punto característico histórico, la pesca. Benidorm era un pueblo de grandes marinos mercantes y pacíficos. El pueblo se caracterizaba por tener gran cantidad de casas blancas con grandes patios. Dado que la mayoría de la población se situaba cerca de las ruinas del castillo implicaba que las calles de acceso a las casas eran de gran pendiente y muy estrechas.
La ciudad fue expandiéndose demográficamente; ello se pudo conseguir gracias a la importante actividad pesquera que antes citábamos. Durante el siglo XIX continuó el crecimiento de la villa. Un siglo más tarde, en 1925 se empezaron a construir las primeras casas aisladas en la Playa de Levante. En 1956, el Ayuntamiento de Benidorm aprobó el ordenamiento urbanístico de la villa con la finalidad de cread una ciudad turística. Todo esto a través de calles bien trazadas y avenidas amplias que seguían la configuración de las playas. Ello marcó un gran desplazamiento de las actividades tradicionales hacia el sector del turismo, que se convirtió en base de su evolución. Hasta el punto de que en 1986 se revisara y ampliara el Plan General de Ordenación Urbana a cargo del arquitecto Juan José Chiner Vives.
Fijándonos en la imagen vemos como la ciudad creció en altura con grandes rascacielos que terminaron rompiendo la imagen clásica y tradicional de la ciudad. De esta manera se podía edificar sin límite de altura, pero con la condición de guardar el volumen estipulado en las ordenanzas para tener así más espacios verdes. Todo ello generando un contraste con el tejido denso y compacto del casco antiguo de la ciudad.
