Como ya se ha mostrado en el post anterior, Calella cuenta un ensanche que parte del casco antiguo. Del poblamiento del término anterior al nacimiento del núcleo urbano queda muy poco. Solo el Mas Salvador testimonia la importancia de la agricultura en la economía del municipio durante muchos siglos.
La parte más interesante del casco antiguo es sin duda el entorno de la Plaça de la Vila, donde a partir del siglo XIV se celebraba el mercado que originó el posterior crecimiento urbano. Vale la pena destacar los varios casones góticos, que conservan en gran parte su estructura original y los elementos decorativos del siglo XVI: portales adovelados, ventanas conopiales con escudos esculpidos y restos de matacanes defensivos. Algunos de ellos han sido cuidadosamente restaurados, mientras que otros necesitan una urgente reforma. En cualquier caso, este conjunto de edificios constituye la parte más valiosa del patrimonio arquitectónico de Calella.
Dentro del mismo sector está la capilla de Sant Quirze y Santa Julita, del siglo XVI, y no muy lejos la iglesia parroquial de Santa Maria y Sant Nicolau (San Nicolás), obra barroca del siglo XVIII que conserva en la portalada los magníficos relieves de Jean de Tours, procedentes del altar del primitivo templo del siglo XVI.
Calella cuenta con unos espacios naturales de diferentes índoles y de gran contraste entre ellos. La ciudad está situada sobre un plano y en su límite noroeste se alzan montañas que acaban llegando al mar en el faro. Este espacio natural, en la cima de la montaña de Capaspre, que actúa como balcón sobre la ciudad del faro contiene las "Torretes", icono de la ciudad junto al faro. Cuando las montañas toman contacto con la ciudad aparece el parque Dalmau, una masa forestal formada por pinos y encinas, con un matorral mediterráneo y unos espacios para pasear y disfrutar de la naturaleza.
Por otra parte tenemos el "Passeig de Manuel Puigvert" (paseo marítimo), obra del arquitecto "noucentista" Jeroni Martorell, que creó una de las joyas de este estilo de principios del siglo XX. Es un paseo que se encuentra entre la línea del tren y la playa y forma la auténtica primera línea de mar de la ciudad. Es un espacio con un frondoso arbolado (plátanos), ancho y de tierra. Tiene una extensión de más de un kilómetro, hasta la nueva prolongación conocida como "paseo de las palmeras.
Os dejo un vídeo para aquellos a quienes les haya llamado la atención la ciudad: