En la época medieval musulmana, se reorganizó la ciudad, llamada entonces Madina Yabisa. La ciudad contaba con una muralla que quedó engullida por el propio crecimiento urbano, y por la posterior ampliación y reconstrucción de las murallas cristianas Vivian en aquella época en la ciudad aproximadamente 2500 personas. EL objetivo de la fortificación era mantener la ciudad libre de ataques de los enemigos, ya que las Pitiusas eran frecuentemente asediadas por su posición estratégica mediterránea. Los musulmanes también colocaron su mezquita principal en el lugar donde se situaban los templos romano y púnico. La arquitectura árabe ha dejado huella en la arquitectura isleña: calles estrechas a modo de kashba, encalado en las paredes, y crecimiento orgánico de sus partes, hechos que llamarían la atención de muchos arquitectos del siglo XX.
En época cristiana, la aportación urbanística más importante fue la ampliación de las murallas renacentista por los ingenieros Giovanni Battista Calvi y Jacobo Palearo “ Fratín”, ampliación necesaria debido al crecimiento de la población, y la innovación el mundo bélico. De la muralla destacan los siete baluartes defensivos. de Esta muralla se conserva hoy día, Dentro del recinto amurallado hablamos de Dalt Vila, es decir, la villa de arriba, en contraposición de las casas de extramuros que se construyen alrededor, lo que son los barrios de Sa Marina, y Sa Penya. Estos habitantes no abundaban debido a los múltiples ataques y su vulnerabilidad. En cuanto a la arquitectura y pese a la conquista cristiana, las construcciones ibicencas siempre han conservado un aire propio. A finales del siglo XVIII, la ciudad empezó crecer hacia el exterior y ya en 1849 se construye el Passeig de s’Alamera, centro urbano hoy día, y nombre que conserva popularmente, pese a llamarse actualmente Passeig de Vara de Rey. En el S.XIX se planteó en crecimiento a través de ensaches.