Seguiré con la comparación entre Calella y Barcelona.
En esta ocasión me gustaría poner en común los espacios del Turó de Capaspre en Calella y la montaña de Montjuïc de Barcelona.
La posición de ambos espacios respecto a la ciudad es exactamente la misma. Se trata de dos elementos montañosos que se encuentran ahí donde la ciudad acaba por el sur, como límite natural que llega hasta el mar. Ambas geografías son perturbadas por carreteras importantes por el lado mar, en el caso de Calella por la N-II y en el de Barcelona por la Ronda Litoral. En el norte ocurriría algo parecido con la autopista del Maresme y la Gran Vía de Barcelona.
Los ciudadanos consideran estas montañas como un gran lugar por el que pasear, realizar una excursión y pasar unas horas en un espacio verde con grandes vistas, hacia el horizonte de la ciudad y del mar. La ciudad siempre las mira, como referencia lejana inamovible. Por este motivo en sus cimas se colocaban señales visuales, sobretodo relacionadas con el mar.
Si Montjuïc tiene el castillo militar como hito, el Capaspre tiene Les Torretes. Fueron construidas a finales del siglo XIX para la comunicación óptica, antes de la existencia del telégrafo. Una era de carácter civil y la otra militar. En una de las torres del castillo de Montjuïc se colocaban señales visuales que se veían desde Ciutat Vella, con la intención de avisar a los mercaderes que llegaban los barcos.
Llegar a Montjuïc en transporte público siempre ha sido una cuenta pendiente y se suelen hacer largos paseos para recorrer la montaña o llegar hasta los puntos de interés. Para llegar al Capaspre el ciudadano pasea primero al lado del mar, luego sube unas largas escaleras en los acantilados y finalmente se anda un tramo en cuesta hasta la cima.
A mitad de este recorrido nos encontramos con otro de los elementos característicos de Calella: el faro. Fue construido a finales del siglo XIX y en la actualidad todavía guía a los marineros. En los últimos tiempos se ha abierto al público como museo.