martes, 17 de enero de 2012

Berlín_Comparación


Grandes avenidas: Karl-Marx Allee vs. Vía Layetana

Entre Strausberger Platz y Frankfurter Tor, en Friedrichshain, se erigió tras los enormes destrozos de la guerra una de las mayores ejemplos de arquitectura monumental soviética. A lo largo de dos kilómetros, con una sección de 90 metros de anchura y edificios de hasta nueve pisos, se construyó una avenida a voluntad del Partido, imponiendo un particular estilo ‘estalinista neoclásico’ (algo así como un pastiche de diferentes estilos e iconos vernáculos, aplicados según reglas clásicas de ritmo y simetría). En los pisos inferiores se proyectaron tiendas y restaurantes, entre ambas calzadas y en las grandes aceras se plantaron árboles y hierba: la actuación debía convertirse en una rambla que cosiera ambos lados del barrio. En los pisos superiores se alojaban los miembros del Partido, en viviendas con un alto nivel de confort para la época. Los edificios, que en ocasiones superan los trescientos metros de longitud, están todos recubiertos de cerámica ocre, y alternan diferentes rasantes y alturas para disimular su gigantesco tamaño, en un buen ejemplo de trabajo volumétrico soviético de los años 50.

La avenida se bautizaría, hasta 1961, según el camarada constructor, Stalin – Stalinallee. Su obra generó fuerte polémica, tanto al oeste del muro, donde era tachada de megalomanía irresponsable, como al este, donde su construcción endeudó gravemente el ayuntamiento de Berlín oriental. Algunos comprendieron que su erección fue una estrategia del gobierno central para poder restarle atención a la construcción del muro que se estaba desarrollando a menos de un kilómetro de ella. La oposición tomó tales magnitudes que el 17 de Junio de 1953 tuvo lugar en ella una enorme manifestación obrera que derivó a una huelga general, sangrientamente sofocada por los militares soviéticos, muriendo más de un centenar de personas. En su memoria, o como un ejercicio simétrico de contrapropaganda, el Berlín Occidental rebautizó la gran avenida que conecta el Tiergarten con la Ernst-Reuter Platz, en la zona universitaria, como Strasse der 17. Juni. Hoy la avenida se encuentra en un constante proceso de restauración, sus edificios forman parte del patrimonio histórico de la ciudad.


En el paseo por Ciutat Vella se me ocurrió compararla con la Via Layetana. En este caso, la obra se proyecta con una voluntad higienista y controladora, al estilo Hausmann. La avenida, que formaba parte del proyecto de Cerdà, se crea de nuevo. Sus dimensiones son igualmente impactantes: 80 metros de anchura por casi un kilómetro de longitud. En su construcción se destruyeron más de dos mil viviendas, y algunos edificios fueron desmontados piedra a piedra y trasladados a otros puntos de la ciudad. La diferencia principal entre ambas actuaciones está en que una fue un intento de cicatrizar las heridas de la destrucción de la guerra, en un trabajo de fachadas, monumental e icónico, mientras en el caso barcelonés fue más bien lo contrario: intentar abrir una brecha en el hiperdensificado barrio de extramuros, generando un comunicador con el puerto, abriendo un nuevo espacio que creara una rotura de presión entre los estrechos callejones de la ciudad medieval. Es un ejemplo bueno para comparar Berlín con el resto de capitales europeas. A diferencia de ellas, la capital alemana parece haberse ido construyendo a partir del vacío generado en las fuertes destrucciones del siglo XX. Berlín parece construirse rehuyendo al vacío. Barcelona, en cambio, se crece en sus plazas y espacios abiertos que ejercen de contrapunto a una ciudad ya densa, ya construida, a la que solo le queda vaciarse para encontrar el equilibrio. Otras curiosidades: la Via Layetana también adoptó un estilo extranjero, el de la escuela de Chicago, intentando emular la Magnificient Mile, como centro económico de la ciudad. La gran avenida fue también rebautizada con motivos ideológicos: durante la Guerra Civil se la conoció como Avinguda Durruti, en honor al dirigente de la CNT.