Grandes avenidas: Karl-Marx Allee vs. Vía Layetana
Entre Strausberger Platz y Frankfurter Tor, en Friedrichshain, se erigió tras los enormes destrozos de la guerra una de las mayores ejemplos de arquitectura monumental soviética. A lo largo de dos kilómetros, con una sección de 90 metros de anchura y edificios de hasta nueve pisos, se construyó una avenida a voluntad del Partido, imponiendo un particular estilo ‘estalinista neoclásico’ (algo así como un pastiche de diferentes estilos e iconos vernáculos, aplicados según reglas clásicas de ritmo y simetría). En los pisos inferiores se proyectaron tiendas y restaurantes, entre ambas calzadas y en las grandes aceras se plantaron árboles y hierba: la actuación debía convertirse en una rambla que cosiera ambos lados del barrio. En los pisos superiores se alojaban los miembros del Partido, en viviendas con un alto nivel de confort para la época. Los edificios, que en ocasiones superan los trescientos metros de longitud, están todos recubiertos de cerámica ocre, y alternan diferentes rasantes y alturas para disimular su gigantesco tamaño, en un buen ejemplo de trabajo volumétrico soviético de los años 50.
Entre Strausberger Platz y Frankfurter Tor, en Friedrichshain, se erigió tras los enormes destrozos de la guerra una de las mayores ejemplos de arquitectura monumental soviética. A lo largo de dos kilómetros, con una sección de 90 metros de anchura y edificios de hasta nueve pisos, se construyó una avenida a voluntad del Partido, imponiendo un particular estilo ‘estalinista neoclásico’ (algo así como un pastiche de diferentes estilos e iconos vernáculos, aplicados según reglas clásicas de ritmo y simetría). En los pisos inferiores se proyectaron tiendas y restaurantes, entre ambas calzadas y en las grandes aceras se plantaron árboles y hierba: la actuación debía convertirse en una rambla que cosiera ambos lados del barrio. En los pisos superiores se alojaban los miembros del Partido, en viviendas con un alto nivel de confort para la época. Los edificios, que en ocasiones superan los trescientos metros de longitud, están todos recubiertos de cerámica ocre, y alternan diferentes rasantes y alturas para disimular su gigantesco tamaño, en un buen ejemplo de trabajo volumétrico soviético de los años 50.
La avenida se bautizaría, hasta 1961, según el
camarada constructor, Stalin – Stalinallee.
Su obra generó fuerte polémica, tanto al oeste del muro, donde era tachada
de megalomanía irresponsable, como al este, donde su construcción endeudó
gravemente el ayuntamiento de Berlín oriental. Algunos comprendieron que su
erección fue una estrategia del gobierno central para poder restarle atención a
la construcción del muro que se estaba desarrollando a menos de un kilómetro de
ella. La oposición tomó tales magnitudes que el 17 de Junio de 1953 tuvo lugar
en ella una enorme manifestación obrera que derivó a una huelga general,
sangrientamente sofocada por los militares soviéticos, muriendo más de un
centenar de personas. En su memoria, o como un ejercicio simétrico de
contrapropaganda, el Berlín Occidental rebautizó la gran avenida que conecta el
Tiergarten con la Ernst-Reuter Platz, en la zona universitaria, como Strasse der 17. Juni. Hoy la avenida se
encuentra en un constante proceso de restauración, sus edificios forman parte
del patrimonio histórico de la ciudad.
En el paseo por
Ciutat Vella se me ocurrió compararla con la Via Layetana. En este caso, la
obra se proyecta con una voluntad higienista y controladora, al estilo Hausmann.
La avenida, que formaba parte del proyecto de Cerdà, se crea de nuevo. Sus
dimensiones son igualmente impactantes: 80 metros de anchura por casi un
kilómetro de longitud. En su construcción se destruyeron más de dos mil
viviendas, y algunos edificios fueron desmontados piedra a piedra y trasladados
a otros puntos de la ciudad. La diferencia principal entre ambas actuaciones
está en que una fue un intento de cicatrizar las heridas de la destrucción de
la guerra, en un trabajo de fachadas, monumental e icónico, mientras en el caso
barcelonés fue más bien lo contrario: intentar abrir una brecha en el
hiperdensificado barrio de extramuros, generando un comunicador con el puerto,
abriendo un nuevo espacio que creara una rotura de presión entre los estrechos callejones
de la ciudad medieval. Es un ejemplo bueno para comparar Berlín con el resto de
capitales europeas. A diferencia de ellas, la capital alemana parece haberse
ido construyendo a partir del vacío generado en las fuertes destrucciones del
siglo XX. Berlín parece construirse rehuyendo al vacío. Barcelona, en cambio,
se crece en sus plazas y espacios abiertos que ejercen de contrapunto a una
ciudad ya densa, ya construida, a la que solo le queda vaciarse para encontrar
el equilibrio. Otras curiosidades: la Via Layetana también adoptó un estilo
extranjero, el de la escuela de Chicago, intentando emular la Magnificient
Mile, como centro económico de la ciudad. La gran avenida fue también
rebautizada con motivos ideológicos: durante la Guerra Civil se la conoció como
Avinguda Durruti, en honor al dirigente de la CNT.