La mobilidad en la ciudad de São Paulo es bastante precaria. No es que no haya opciones de transporte, pero que aunque hayan, no son suficientes para atender la demanda. No sólo la ciudad es gigantesca, pero la cantidad de gente que se mueve por ella todos los días en aún más grande.
Esto es agravado por dos grandes aspectos: la grande mayoría de las actividades cotidianas, es decir, los empleos, se encuentran en las zonas centrales, obligando la población que vive en las periferias a hacer grandes desplazamientos – que tardan horas, en muchos casos - todos los días; es una ciudad pensada para el coche: encima del hecho de que las distancias son mas largas, el transporte publico no posee ni cantidad, ni calidad, ni eficiencia para competir con los coches. Tener un coche, en algunos casos, se revela más ventajoso. En una ciudad de 11 millones de personas, esto tendría que cambiar, o ocurrirá lo que muchos estudiosos dicen: la ciudad parará.
São Paulo tiene 5 líneas de metro y 9 líneas de CPTM (que sería – salvo las proporciones y la calidad – como un tranvía), que, más una vez, no son suficientes, y no cubren todo el territorio de la ciudad.
Las zonas más alejadas dependen solo del autobús, hecho que hace con que los trayectos tarden horas. El autobús funciona bien, hay 28 terminales municipales en la ciudad y 1 intermunicipal, y cerca de 19 mil paradas del autobús, por toda la ciudad. Pero aún así es un medio más lento, no solamente por el trafico, pero también por las largas distancias que tiene que recorrer.
El uso de bicicletas como medio de transporte es muy poco utilizado, aunque cada vez más se pueda ver gente luchando por este medio en el municipio, que tampoco tiene muchas vías para bicicletas, o ni siquiera trayectos completos, tornando esta opción, en algunos casos, bastante arriesgada.
Algo es necesario decir, sin embargo: São Paulo posee todas las opciones de transporte posibles. Lo que pasa es que aún no son suficientes, y tampoco lo serán mientras no se mejoren las opciones publicas del transportes, ni la lógica de los desplazamientos de la gente todos los días.