La decisión de comparar estos dos barrios vino de una sensación: quedando en Gràcia así que llegué a Barcelona, mucho me recordé de ese barrio en São Paulo, llamado Vila Madalena.
Conociendo un poco más de la historia de los dos, o sea, que Gràcia fue un barrio proyectado, además, sólo para vivienda, que fue agregado a Barcelona en 1897, y que la Vila Madalena fue un barrio creado en 1893 que todavía pasó, a partir de los años 70 a recibir muchos estudiantes que buscaban viviendas baratas y cerca de la zona universitaria, fue posible perceber que quizá la similaridad esté más allá que una mirada superficial puede captar.
Hoy en día, la Vila Madalena es conocida por su carácter bohemio, su vida nocturna intensa, una diversidad de estudios de moda y centros de exposiciones artísticas. Complementando la singularidad de ese barrio, también se concentran muchas tiendas de vanguardia, además de escuelas de música y de teatro. Uno quizá pueda decir que es un barrio dónde se percibe esa aura artística incluso en la calle, con los graffiti en los callejones, las vitrinas artesanales y los restaurantes locales que huelen a comida casera, trayendo todo un encanto a más. Por la noche, entonces, el barrio cambia de carácter pero no en su aspecto artístico, sino en su aspecto casero: bares se abren por todas las calles, creando una efervescencia inesperada en el periodo de la mañana. Además, fortificando la comparación, la Vila Madalena es uno de los pocos barrios centrales de São Paulo dónde aún se veen casas, o sea, la altura de las fachadas no son tan altas, ayudando con la sensación más agradable para el peaton.
Gràcia posee esa aura, con sus bares y plazas, y su vida nocturna activa. Las tiendas artesanales que uno encuentra mientras camina en mucho se parecen con las que se puede encontrar en la Vila Madalena. Las calles sin aceras desniveladas, o sea, la diferenciación hecha solamente por el cambio en el material del pavimento es un aspecto que dota Gràcia de toda una singularidad que no se encuentra en otras regiones. Tal como la Vila Madalena es unica en São Paulo, Gràcia también lo es en Barcelona.