El siglo XX convierte Berlín en terreno de
experimentación de las utopías. Hoy en día las calles de la ciudad son un paseo
por la historia de los últimos cien años, encontrando ejemplos del racionalismo
del movimiento moderno, influencias de la Bauhaus, ruinas modernas de los proyectos
faraónicos del nazismo, y barrios enteros y grandes avenidas de la era socialista
soviética. Las tres principales guerras del siglo (Primera y Segunda Guerras
Mundiales, y la Guerra Fría), han propiciado una constante transformación de la
morfología de la ciudad. La destrucción casi total tras la Batalla de Berlín,
en 1945, dejó tan sólo el 40% de sus edificios en pie. Al mismo tiempo, la
división de la ciudad y la construcción del muro aislaron barrios enteros,
siendo reconstruidos por sus respectivos gobiernos según sus (opuestas)
ideologías. Hoy, la ciudad presenta un paisaje heterogéneo, policéntrico, en el
que aún veinte años después de la caída del muro son muy palpables las
diferencias entre los barrios del este y del oeste.
En los años 60,
el caldo de cultivo urbanístico que representaba Berlín atrajo a diversos
urbanistas, que desarrollaron propuestas teóricas pioneras. Entre ellas, las
ideas desarrolladas por Oswald M. Ungers con sus estudiantes en la TU, marcarían
fuertemente a una generación de arquitectos, entre ellos a Rem Koolhaas. A Ungers le gustaba entender su ciudad como
un archipiélago verde, en la que una serie de fragmentos aislados y dispersos
mantenían el carácter urbano heterogéneo, propio de la metrópolis. Estas islas,
afirmaba, eran los únicos elementos que merecían ser preservados, y el resto
podía ser borrado por completo, o dejado en manos de la naturaleza. Sus
proyectos teóricos siempre rozaron la utopía, y deben ser leídos entre líneas, pero
resultan quizá la mejor aproximación posible a una ciudad erigida sobre sueños
megalómanos. A quien le interese, adjunto el estudio de sobre sus tesis que hicimos en la clase de proyectos el año que estuve de Erasmus:
Estudio realizado en el estudio Adip en la TU de Berlín, curso 09-10
Construida y reconstruida incontables veces tras un siglo de
guerras y locuras, sus barrios parecen curtidos frente a las constantes
transformaciones, y sus vecinos parecen entender mejor que nadie la necesidad
de espontaneidad e improvisación frente a un mundo tan rápidamente cambiante. Hoy muchos de sus
barrios se encuentran en pleno proceso de gentrificación. La huella del muro ha
cicatrizado de diversas formas: generando nuevos parques, manteniéndose y
reinventándose en galerías de arte al aire libre, o erigiendo memoriales a las
víctimas de los años de separación. Los barrios parecen mirar cada uno por su
lado, conservando sus diferentes caracteres, o sus aspiraciones de cambio. La
capital del estado federal alemán parece una federación de barrios en sí
misma.